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miércoles, 27 de febrero de 2008

tamara de lempicka

mundana
Desde su nacimiento, fue casi un anacronismo. Considerada como una de las pintoras con más fuerza del siglo XX, también ha sido una de las más olvidadas. Su existencia fue un eterno conflicto entre su "yo" social y su "yo" íntimo.
"La vida es un viaje. Pon en el equipaje solo lo que te haga falta: necesitarás sitio para lo que encuentres en el camino"
LAS TRES IDEAS CLAVE DE SU PENSAMIENTO
1. PROTEGERSE A TRAVÉS DEL MISTERIO. Se negaba a dar pistas sobre su pasado. Mentía ya no solo sobre su edad -algo que era habitual en la época-, sino incluso sobre su lugar de nacimiento, sus orígenes o su familia. Nació y se educó en Moscú, donde vivían muchos polacos acomodados de la época. Estaba orgullosa de la familia de su madre, pero ocultó que corría por sus venas sangre judía. Y lo hizo no solo para protegerse del antisemitismo imperante en la Rusia de ese momento y de la poca simpatía que la vanguardia parisina tenía por el zar, sino también porque el engaño le permitía borrar los recuerdos más dolorosos de su memoria. Así, borró las continuas peleas de sus padres, haciendo desaparecer de su memoria a su padre, y sobrevivió al que sin duda fue el trauma más importante de su vida (la muerte de su abuela), transformando en mitología su dolor e inventando historias menos traumáticas.
2. SABER DAR. Acostumbrada a los lujos de las clases privilegiadas, siempre se sintió sensible en contacto con la pobreza. Por muy rica que llegase a ser, lo que más temió siempre fue la pobreza, recuerdo quizá de sus primeros años en París, tras el estallido de la Revolución bolchevique, que le obligó a abandonar Rusia.
La miseria evidente la hizo reaccionar, llegando a idealizar a aquellos pobres con los que entró personalmente en contacto, sobre los cuales afirmó: "Solo los pobres son puros. Son los únicos inocentes que quedan en la Tierra". Ayudar a los demás se convirtió en su credo personal: "La vida solo cobra sentido cuando somos capaces de dar".
3. BUSCANDO SENTIDO. Tamara de Lempicka era consciente de la desconfianza que despertaba el retrato en su época, pero coincidía con André Lhote, cuando éste afirmaba que era un género en el que se combinan de manera espectacular la imaginación y la técnica. "Pinto a la persona como es realmente, pero también la pintó por dentro, no solo por fuera. Tengo que recurrir a la intuición y a todo mi talento para captar a la persona tal como es, eso me importa más que pintar cosas que no tienen significado alguno", explicó la pintora.
La inclinación natural de la artista por representar lo mundano marcaba una actitud hacia 1934. Tamara sufrió entonces una grave depresión y sus temas evolucionaron hacia asuntos más trágicos: religiosos, como "La madre superiora", "Virgen al niño", y políticos como "La huida" o "Los refugiados", en donde la pintora deja percibir sus angustias, sus dudas.
Reportaje completo en la edición impresa [Psychologies nº 30].
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SU VIDA EN FECHAS
1898 Nace en Moscú (Rusia) en el seno de una familia acaudalada.
1911 En un viaje a Italia con su abuela descubre su pasión por el arte.
1916 Se casa con Tadeus Lempicki. Al estallar la Revolución, se instalan a París.
1925 Tras tomar clases con André Lhote, participará en la primera exposición de Art Déco de París.
1929 Se divorcia y se vuelve a casar.
1938 Para escapar de la guerra marcha a EE UU.
1960 Se pasa al estilo abstracto.
1980 Muere en México.


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